«Me encantaría ser
ella.»
Pensó mientras la hermosa joven, rodeada de chicos se
sentaba en una mesa. Era bella, segura de sí misma, esbelta, sonreía a todos.
Era una mujer increíble, andaba con tacones con una soltura que ella no podría
tener jamás, llevaba la cabeza alta porque sabía lo que valía, sus labios
pintados demostraban que no tenía miedo de mostrarse, su vestido ceñido hablaba
de la ausencia de complejos. Era tan guapa, de una manera en la que ella no
podría serlo. Por mucho que se esforzase, en ella quedaría antinatural,
forzado, pero la chica de la mesa de enfrente parecía haber nacido así… no era
como ella.
«Me encantaría ser
ella»
Pensó, mientras veía como la chica solitaria se sonrojaba. Era
lista, nadie la tomaba a broma, aquella chica se avergonzaba de haber sido
descubierta mirándola, era dulce, y era bonita. Bonita de una manera que ella nunca
podría serlo, sabía que dentro de unos años ella dejaría de ser bonita, pero la
chica solitaria siempre sería así de bonita, porque su belleza era más que física…era
bonita por cómo miraba, por cómo sonreía. La chica solitaria, era bonita cuando
hacía bromas, incluso en vaquero, era bonita sin maquillaje, era bonita en
zapatillas deportivas…no era como ella.
Ninguna de las dos se daba cuenta de lo hermosa que era…
ambas miraban a la otra… y pensaban «Me
encantaría ser ella»